Nací en Perú y crecí en un hogar católico. Me enseñaron a seguir las reglas de la iglesia y eso sería lo que me llevaría al cielo. Viví muchos años así. Pero vivía en pecado como muchas personas que no conocían a Dios. Dejé Perú para buscar un futuro en Panamá y estaba estudiando para ser profesor de educación física y también era árbitro. Un día, fui a una maratón deportiva que Palabra de Vida Panamá estaba organizando. Allí predicaron el evangelio, pero no escuché. Sin embargo, conocí a uno de los misioneros y me invitaron a su casa. Pasé tiempo con ellos y observé que eran diferentes en la forma en que hablaban, vivían y sentí que se preocupaban por mí como si fuera parte de su familia. Pero, en ese momento no hablamos del evangelio. Unos días después, hablé con él y le dije que finalmente me gustaría ir a la iglesia con ellos. Escuché el evangelio nuevamente y después de la iglesia, mi nuevo amigo misionero compartió conmigo y acepté a Cristo en mi corazón. La semana siguiente fui al campamento y en una de las fogatas dediqué mi vida al Señor para servirle solo a Él. Fui discipulado por dos de los misioneros de Palabra de Vida y al año siguiente fui a estudiar al Instituto Bíblico de Palabra de Vida en Argentina durante cuatro años. Tenía el deseo de servir al Señor en Panamá porque acepté a Cristo en Panamá y Dios confirmó eso mientras estaba en Argentina. Regresé a Panamá en 2007 y continué sirviendo a Dios con Palabra de Vida Panamá.