Crecí en una familia disfuncional y no cristiana en Panamá. Desde mi infancia, experimenté muchas cosas negativas que me llevaron por un camino destructivo. Cuando tenía 21 años, un misionero me habló sobre el evangelio y al principio lo resistí. Pasaron unos meses hasta que pude conocer a Cristo como mi Salvador y asistí a la reunión de jóvenes por primera vez, que ahora es mi iglesia local. Al principio, no tuve un buen crecimiento, ya que luchaba con mi vida pasada. Gracias a Dios, tuve personas que se preocuparon por mí y un discipulado que me ayudó mucho, así que continué creciendo. Me di cuenta de que en Panamá hay muchos que han escuchado el evangelio, pero no hay nadie que los conecte con una iglesia y con un proceso de discipulado. Fue entonces cuando Dios comenzó a mover mi corazón para llenar esta necesidad.

Más tarde, fui al centro de entrenamiento de evangelismo y discipulado en Palabra de Vida Panamá, donde mi pasión por el ministerio juvenil creció. En 2022, fuimos a recibir capacitación en el Instituto de Palabra de Vida México, donde mi esposa Yaneth y yo desarrollamos mejor y más ampliamente la visión en la que queremos invertir el resto de nuestras vidas.